miércoles, 20 de abril de 2011

Capítulo 11

Una Despedida




Volvimos a casa. Aquel día de piscina hubiese sido inolvidable si no hubiera ocurrido aquello. Cuando llegué a casa eran las 5:30. Venía tan cansado que me heché sobre la cama un rato. El móvil me hizo pegar un salto de la cama.

- ¿ Sí ? -
- Hola Mark. Te llamo por que es algo urgente, he llamado a los demás y hemos quedado en el bosque. Nos vemos allí a las 6:30. - me dijo Carlos.
- Vale. Ya voy - Colgué.

Me cambié de ropa y fui al bosque. Allí estaban esperando, en el banco de siempre, Jill y Chris.

- Hola. ¿ Qué será eso tan importante que tiene que decirnos Carlos ? - dije.
- No sé, pero no sé por qué me da, que no es algo bueno – me contestó Jill.
- En fin, ya viene por allí. - dijo Chris.

Carlos llegaba corriendo y ahogado.

- Gracias por venir chicos – nos dijo.

Chris le dio dos palmaditas al banco, invitando a Carlos a que se sentase.

- Chicos, tengo una mala noticia que daros. A mi padre le han ofrecido un gran trabajo en el extranjero, concretamente en Tokyo, para dirigir una gran empresa. Me temo que no nos volveremos a ver... - nos dijo Carlos un tanto cabizbajo.
- ¿¡ QUE !? ¡ No puedes irte !. - dijo Jill.
- Lo he hablado con mis padres, pero no hay otra opción. - dijo casi sollozando.
- ¿ Crees que serviría de algo que habláramos con tus padres ? - dije yo.
- No creo, pero podemos probar... - dijo Carlos teniendo algo de esperanza.

Nos dirigimos todos a casa de Carlos. Su madre nos invitó a entrar. La casa de Carlos era muy grande y la decoración era moderna. Su madre nos invitó a pasar al salón, que estaba pintado de un lila claro excepto una pared, que era más oscura.

- Sentaros – nos dijo su madre.
- Mire Señora, Carlos nos ha contado que se van a vivir a Tokyo – dijo Chris.
- Sí, es así. - contestó la madre de Carlos.
- ¡ Pero no pueden apartarlo de nosotros, NO ES JUSTO ! - dijo Jill.
- Veréis chicos, a Juan le han ofrecido ser director de una gran empresa que está comenzando a tener mucho éxito y no podemos desaprovechar la oportunidad. Desgraciadamente aquí no estamos muy bien económicamente... - dijo la madre de Carlos agachando la cabeza.
- Oh... así que es por eso... - dije.

Nos pasamos media tarde intentando que la madre de Carlos, cambiara de opinión. Incluso le ofrecí la opción de que Carlos se quedara con sus abuelos, o incluso conmigo en mi casa, pero se negó. Ya era tarde y decidimos irnos. Carlos nos acompañó a la calle.

- Bueno Carlos... no hemos podido hacer nada... - dijo Chris.
- Mañana nos despedimos ¿ No ? - dijo Jill.
- Me temo que no, nos vamos esta noche de madrugada. Tenemos que salir de aquí a las 12 y media para llegar al aeropuerto a las 3 de la madrugada.
- contestó Carlos. - Vaya... - dijo Jill.
- Bueno Carlos, supongo que no nos queda otra que despedirnos ahora... Muchas gracias por todo. Toma, quiero darte la foto que nos hicimos juntos hace tiempo, para que no olvides que seguimos siendo amigos. - dije concluyendo con un abrazo.
- Bueno Carlos, eres un gran chico. ¡ Seguro que te hechas alguna que otra novia por allí ! Toma, yo te doy mi pulsera, que como tiene mi nombre, seguro que te acuerdas de mí. - dijo Carlos.
- Carlos, eres un cielo. ¡ Nunca te olvides que te queremos ! - dijo Jill dándole un beso.
- Toma. - Le dijo Jill dándole a Carlos la mitad del corazón de su colgante.
- Para que sepas que ocupas medio corazón. - concluyó Jill.

A Carlos se le saltaron las lágrimas y nos dió un abrazo a cada uno.

- Muchas gracias por todo a vosotros chicos... de verdad... gracias. Hasta siempre. - nos dijo.

Bajábamos todos por la cuesta y allí nos despedimos. Cada uno cojimos una calle. Al llevar un rato andando me dí cuenta que había alguien llamándome. Me dí la vuelta, pero no había nadie. De nuevo escuché que me llamaban, pero esta vez al girarme me encontré a Rebeca asomándose desde una esquino.

- A...yudame... - me dijo.

Me acerqué poco a poco, y ella se adentró de nuevo en la calle. Corrí un poco pero al mirar por la calle, ya no había nadie.

miércoles, 18 de agosto de 2010

CAPITULO 10

Día de piscina



En aquel momento, la luz de la luna era tan intensa que casi no nos permitia tener los ojos abiertos. De pronto vino una nube y la tapó. Cuando miramos hacia el tobogán, nuestra "amiga" había desaparecido.

¿ Dónde está ? - dijo Jill entre sollozos.

- Tranquila Jill. Se ha ido, pero volverá.- le dijo Carlos

Decidimos salir del parque y estuvimos un rato en el descampado de al lado de casa, pensando en lo que había ocurrido. Entre el soplar del viento y el silencio de la noche no irrumpió ninguna palabra. Todos estabamos pensativos, pero ninguno decía ni una palabra.

Las 3:00 de la madrugada. Carlos y Chris se despidieron de Jill abrazándola, y de mí con un fuerte apretón de manos. Yo, decidí acompañar a Jill hasta su casa por que no quería que se fuese sola.

-Gracias por todo, Mark.- me dijo Jill. Y al momento me dió un beso. Sus labios rozaron con mis labios y me hicieron olvidarlo todo.

Me fui a casa, introduje la llave en la cerradura lentamente y abrí la puerta. La cerré cuidadosamente y entré en mi cuarto. Me acosté.

No, Jill !! La vidriera estalló y los cristales atravesaron el cuerpo de Jill. Fui corriendo y le cojí la mano.

-Mark, lo he descubierto todo. Ahora sé la historia y el puezle ha encajado completamente. Alice y Rebeca... ... ...

- Jill ! .- Ya nada era posible. Estaba muerta. Un cristal había atravesado su pecho y perforado su corazón....


Me levanté exausto de la cama y jadeando. Una pesadilla horrible.
Era Sábado y como normalmente solía hacer, llamé a Carlos, Chris y Jill para irnos a la piscina. Jill no parecía encontrarse bien, pero acabó dando el sí.

Nos vimos a las 12:30 en la piscina. La última en llegar fue Jill.

- Hola Jill.- le dije. Pero no me dijo nada.
- Creo que tenemos que hablar del beso de ayer.- Me dijo al rato. - Creo que ambos sentimos lo mismo y, en estos momentos, necesito alguien a mi lado.- Me dijo mirándome a los ojos. Me estaba pidiendo que fueramos novios. Sin dudarlo un momento acepté.

Nos fuimos todos al agua.

- ¿ Una carrera ? - dijo Chris. Todos aceptamos.
- Ida y vuelta - dijo Carlos. Todos asentimos con la cabeza.
- ¡ YA ! - dijo Jill.

Empezamos a nadar, Carlos iba en cabeza. Tocamos pared y nos giramos para la vuelta. Notamos algo extraño y nos giramos. Jill no estaba. Estaba apunto de ser absorvida por la trampilla de la piscina. Me sumergí en el agua y cuando llegué abajo ví que una mano que salía de la trampilla estaba agarrando el pie de Jill. La mano era delgada y con uñas largas. Tenía agarrada a Jill con fuerza por que ví que las uñas apenas se le veían debido a la fuerza con la que apretaba la pierna de Jill. Le pegué una fuerte patada a la mano y se metió por la trampilla, cojí a Jill y la saqué del agua. Carlos y Chris me ayudaron a sacarla de la piscina y tumbarla en el césped. Jill estaba aturdida.

¿ Qué era aquella mano o a quién le pertenecía ? Se me vino algo a la cabeza: siempre le ocurren cosas a Jill...

lunes, 28 de septiembre de 2009

Capítulo 9

Apariciones

Conseguí agarrarle la mano a Jill e impedir que se abalanzara sobre la chica.

-Imbéciles, habéis caido en la trampa, habéis venido y ahora no os puedo dejar marchar.- dijo la chica levantando la cabeza. Al principio me dió la impresion de que tenia sus ojos totalmente blancos, pero cuando la observé fijamente descubrí que sus ojos no estaban blancos, si no su iris. La chica caminaba hacia nosotros. La observé de cerca y efectivamente comprobé que era ella, Rebeca. Tenía un aspecto desmejorado, la cara pálida y algo morada, iba toda vestida de negro uniformado y su cabello parecía descuidado debido a su visual alborotado.

- ¡Rebeca! ¿Qué te ha pasado? Dime, qué te preocupó de aquella noche después de romper el vaso.

-¡Cállate! No quiero que menciones nada de aquella noche.

- Jill, ella no es Rebeca... - le dije.

- ¡Claro que es ella Mark! ¿Por qué dices todas esas bobadas?

- ¡No es Rebeca! Si no... Alice. - no me pude contener. La "chica" clavó su mirada sobre mí.

- ¿¡ Qué !? Mark deja las bromas ahora, no es el momento.- me dijo Jill.

La chica movió las manos haciendo un gesto extraño y logramos escuchar un leve chirrido de óxido. De pronto, las puertas del parque cerraron de golpe. Miré el reloj y éste marcaba las 00:13 minutos.

- Vaya vaya Mark, ¿de donde sacaste la inteligencia para saber quién soy?.- dijo acercandose a nosotros. No cabía duda, era Alice apoderada del cuerpo de Rebeca.

- No os puedo dejar vivir.- repitió. - Si tenéis algún último deseo... ahora es el momento.

Jill y yo retrocedimos algunos pasos. Ella los adelantó. Estaba muy asustado, a pesar de que quería hacerme el valiente delante de Jill.

- Mi último deseo es estar junto a Rebeca por sólo unos segundos.- dijo Jill. Rebeca se llevó las manos a la cabeza como si un fuerte dolor de cabeza tuviera.

Dos personas se acercaban al parque.

- ¡Carlos!- dijo Jill
- ¡Chris!- dije. ¡Corred!
- Sacadnos de aquí.

- ¿Qué hacéis aquí? Nosotros estamos aquí porque un papel salió ardiendo y nos dijo que veríamos una gran pérdida en el parque a las 12.15.

- ¡Nos ocurrió lo mismo! - contesté.
- ¿Qué?
- Basta de cháchara. Un último deseo para todos, ya que tódos morireis esta misma noche.- nos dijo Rebeca.
-¡Queremos a la VERDADERA Rebeca!

La chica se llevó las manos a la cabeza y gritó con un grito sordo... Un grito sordo que salió de lo más profundo de nuestra amiga Rebeca. Esta vez si era ella...

lunes, 15 de junio de 2009

Capítulo 8

Borrosa oscuridad

Jill hizo un gesto de sorprendida. El humo ascendió y formó, en el aire, un conjunto de letras casi ilegible.

- Parque 00:00 - leyó Jill

- ¿A qué viene esto? - dije

- Mark, creo que debemos ir al parque a media noche. ¿Qué hacemos? - me dijo clavando su mirada en mis ojos.

- No queda otro remedio ¿ No ? - le dije

- Es cierto, avisemos a Carlos y a Chris. - respondió. Entonces la luz de la habitación se apagó de pronto. Salí al pasillo, encendí la luz y funcionaba perfectamente. Entonces, entré de nuevo al dormitorio y accioné el interruptor. No respondía. Opté por cojer una linterna. Anduve por el cuarto ciego y palpando varios objetos, dí con la linterna. Al momento de agarrar la linterna, la puerta se cerró detrás de mi con un portazo sordo. Alumbré rápidamente la puerta con la linterna y la luz fluorescente se encendió de nuevo. Pero ahora faltaba algo. Jill no estaba en la habitación. Busqué debajo de la cama, no estaba. Miré tras de la puerta y no encontré más que camisetas colgadas junto a una mochila pequeña. ¿ En qué lugar podía estar Jill metida? Evidentemente, no dentro de un cajón. Me detuve un momento frente a una fotografía en la que nos encontrabamos Jill, Carlos, Chris, Alice, Rebeca y yo. Pensé. Decidí abrir mi armario. Agarré el pomo y tiré con suavudad hacia mí. Allí estaba Jill, encogida, llorando. Rodeada de trapos que desde luego yo no usaba, empapados en un mar de sangre.

- Jill... - le dije

- ¡ Mark ! - me dijo rodeando mi cuello con sus brazos. La cogí entre mis brazos y la acosté en la cama.

- Duerme Jill, lo necesitas. - le dije.

- Pero... tenemos que ir al parque. - me dijo.

- Sí, pero aún son las ocho de la tarde, y como te conozco, sé que no dormirás más de una hora y media.

- Está bien. Gracias Mark. - me dijo dándome su mano y mostrándome una sonrisa.

- No debes dármelas. Me quedaré junto a tñi todo el tiempo que estés durmiendo.-

Jill no tardó en dormirse. Yo estaba en el suelo, tumbado, pensando. Me levanté para beber agua y me quedé fascinado. Parecía una princesa, un ángel. Ahora ya no podía negarlo, estaba enamorado de Jill. Era perfecta. Pelo no muy largo, tez blanca, mejillas algo enrojecidas... Totalmente bella.

- Jill, despierta. - le dije susurrando y tocándole suavemente. Jill se incorporó en la cama.

- ¿ Qué hora es Mark ? - me dijo.

- Son las doce menos cuarto, tenemos que ir al parque -. Al final decidimos ir solos sin llamar ni a Carlos ni a Chris. Por el camino, Jill me agarró de la mano. Me sonrojé. LLegamos al parque.

Jill movió la mirada hacia el tobogán y vio el perfil de una chica alta y morena a pesar de que en la oscuridad poco se podía distinguir. Miramos a la chica que estaba a punto de dejarse caer.

- Imbéciles. - dijo una voz

- ¡ Rebeca ! - dijo Jill corriendo hacia la chica que nos daba la espalda.

jueves, 7 de mayo de 2009

Capítulo 7

Sucesos



Abrí los ojos y, con una vista muy borrosa, conseguí distinguir a Jill. Los demás se habían marchado. Me incorporé. Mi camiseta tenía algunas manchas de sangre.

- ¿Qué ha pasado?- le dije a Jill. Era la típica pregunta que hacía alguien que acababa de despertar de la inconsciencia.

- Mark, me salvastes de una caída grave... y te quedaste inconsciente por mi culpa. Sin duda alguna, las palabras de Jill me hicieron sonrojarme y que mi temperatura corporal aumentara, como solía ocurrir. A pesar de la temperatura fresca que había en aquellos momentos, el cuerpo, sobre todo mis hombros parecían desprender humo desapercibido.

- No digas eso Jill, no fue tu culpa. No vuelvas decir eso.

- Bueno..gracias. - me dijo sonrojándose ella también. Jill me tendió su mano para ponerme en pie. Al entrar en contacto con la fina mano de Jill, todo mi cuerpo se estremeció.

- Esto... ¿nos vamos ya Jill?- le dije

- Sí, vámonos a casa.

Todas esas cosas que ocurrieron. ¿A qué vino el balanceo brusco del columpio en el que se encontraba Jill? Durante el camino a mi casa, apenas intercambiamos algunas palabras. Cuando llegamos a mi casa, invité a Jill a subir.

- Vale.- me dijo ella.

- Pasa.- le dije haciéndole un gesto con mi mano.

Entramos en mi habitación y decidimos hacernos juntos algunas fotos para colgarlas en Fotolog y en Facebook.

Retocando algunas fotografías, (nitidez, saturación, brillo...) vi algo raro en una fotografía en la que Jill y yo nos encontrábamos con el peluche gigante de Snoopy, al lado de Jill se percibía una forma humana con cara extraña y un tanto difuminada y transparente, pero se podía identificar que se trataba de una forma humana, seguro. Yo no quería decirle nada a ella, pero Jill lo vio enseguida.

- Pon la foto anterior Mark.- me dijo.

- ¿ Para qué?.- le contesté evitando que viera la foto.

- Hazme caso y punto.- volvió a decirme. He ahí su carácter. Entonces no me quedó otro remedio y pasé de nuevo a la foto anterior.

- ¿Por qué siempre yo? No es justo... - dijo entre sollozos.

- Jill, tranquila, todo se solucionará pronto.- le dije pasando mi brazo por encima de su hombro. Jill estaba empezando a llorar.

La televisión del dormitorio se encendió de pronto y la niebla de ésta provocaba el sonido de tal forma que parecía una voz. Jill y yo nos miramos. Encendí el DVD para hacer creer a Jill que yo mismo la había encendido pero el DVD emitió una imagen roja y negra, a cuadros. En el interior del DVD se escuchó un estallido y comenzó a salir humo por uno de los orificios de ventilación. Miramos el humo y encontramos algo similar a lo que esperaba yo encontrar...

miércoles, 22 de abril de 2009

Capítulo 6

Misterio


Todos nos miramos. Había algo en aquel mensaje que me llamó la atención, esta vez no tenía firma. Ya era el segundo mensaje. Todo me hizo pensar en las lágrimas de sangre. Quizás las lágrimas de Jill, estaban relacionadas con algo. Pensaba que podían formar parte del rompecabezas. Pero, ¿en qué parte encajaba todo?

-Chicos.- dijo Jill - ¿Por qué no vamos a casa de Rebeca?

- Yo estoy de acuerdo- dije. Entonces, seguidamente fuimos a casa de Rebeca, que precisamente, vivía no muy lejos del parque en el que nos encontrábamos. Por el camino me dí cuenta de lo bien que le sentaba a Jill su ropa. No estaba muy seguro, pero creo que me estaba enamorando de ella. Su pelo perfilaba su rostro, haciéndolo mucho más atractivo. Era preciosa.

- Ya hemos llegado.- dijo Carlos. Jill aproximó su mano hacia el timbre y antes de pulsarlo, lo dudó un momento. Esperamos un poco y salió una mujer, vestida con ropa moderna y de temporada, con cabello castaño y bastante alta. Como era Rebaca...

-¿Está Rebeca en casa?- dije con una sonrisa.

-¿Re...beca? - dijo la mujer bajando la cabeza. - Lo siento chicos, pero no sabemos nada de Rebeca desde hace dos noches, pensaba que estaba con alguno de vosotros. - dijo con los ojos brillando.

- Vaya, pensábamos que estaba enferma y no vino ayer con nosotros y quizás por eso no había venido hoy al colegio.- dijo Chris.

- Bueno, si sabemos algo de ella vendremos a informarle, adiós señora.- dijimos todos. Nos fuimos hacia el parque nuevamente. Yo me senté cerca del tobogán, junto a Jill. Ahora sólo podía pensar en qué le podía pasar a Rebeca. No sabía por qué se fué ni lo que le había pasado. Estaba empezando a pensar que Alice había matado a Rebeca. Jill se fue de mi lado y se sentó en el columpio. Intentaba razonar la desparición de Jill, pero como no podía encajar los acontecimientos me fuí y me senté en el columpio, al lado de Jill. La miré. Le reflejé una sonrisa a su tez pálida que miraba al suelo. Un golpe de aire le acarició el cabello. Sentí un escalofrío que me pareció que ella lo había sentido también por que me miró al mismo tiempo que giré la cabeza hacia ella. El columpio en el que se encontraba Jill comenzó a balancearse.

-¿¡Qué ocurre!? - dijo Jill apretando las manos a las cadenas del columpio. Éste comenzó a balancearse con más fuerza.

- ¡Jill, salta hacia mí!- le dije gritando.
- ¡Imposible, no puedo, tengo miedo!- me dijo apretando aún más las manos.
- ¡Vamos, sé valiente! ¡Tu puedes!- le dije extendiendo mis manos hacia ella. Jill se armó de valor y saltó hacia mí. Yo la salvé de una gran caída pero el impacto con mis manos, me hizo caer al suelo y quedé inconsciente.

miércoles, 8 de abril de 2009

Capítulo 5

El laberinto


Todo había sido un sueño. Abrí los ojos rápidamente y encendí la luz. No podía ser verdad, es decir, ese sueño. Mi respiración no era normal, estaba asustado, impactado. ¿Por qué ese horrible sueño? Cogí mis gafas, me aproximé a la ventana y subí la persiana. Era de día, y además la hora de ir al colegio. Fui al armario y cogí el chandal. Preparé la mochila y desayuné. Mi madre me notó algo raro, pero preferí no decirle nada a pesar de sus sospechas. Me fui al colegio.

-Hola Mark- me dijo Chris.

-Hola- le respondí. - Y Rebeca, ¿ha venido?- le pregunté.

- No, aún no. Quizás hoy no asista a clase´.- dijo muy seguro de sí mismo. A los pocos minutos, después de contarle mi sueño a Chris, llegaron Carlos y Jill.

-Buenos días- nos dijeron

-Hola, ¿habéis visto a Rebeca por el camino?- estaba impaciente por saber algo de ella.

-No- contestaron. Chris y yo nos miamos. Tras varias clases por fin llegó la hora de irse a casa. En el camino pensábamos en por qué Rebeca no había asistido a clase.
¿Y si Alice... la ha...?- dijo Jill parándose en el camino, con los ojos muy abiertos.

-¿Matado?- dijo Carlos continuando la frase de Jill.

-No...es...imposible.- continuó ella.

-Quizás ya esté muerta, en este momento.- dijo Chris dando a entender que Rebeca ya no importaba.

-Chris, tío, sabes que para Jill es difícil pasar por todo esto, así que déjalo ¿vale?- Chris bajó la cabeza tras oír mis palabras.

- Chicos ya me voy a casa.- les dije. Cogí a Jill y la aparté de ellos para decirle algo.

- Oye, tranquila. Si necesitas ayuda ven a casa o simplemente llámame.- le dije secándole las lágrimas. Me iba a guardar el pañuelo pero recordé todo lo que ocurría con las lágrimas de Jill. Abrí el pañuelo y confirmé mis sospechas, en él había una lágrima de sangre, tan sólo una.

- Esta tarde, en el lugar de siempre, y a la misma hora.- les dije a todos. A las cuatro de la tarde nos encontramos en el parque. Estábamos hablando cuando de pronto vimos humo que salía del laberinto de juegos. Entramos y en el suelo había un mensaje, como si recién escrito con fuego lo hubieran puesto. El mensaje decía:
El juego tan solo ha empezado. Hoy sólo habéis visto unas secuelas, todavía quedan los hechos más importantes, Rebeca...

Todo aquello me hizo entender algo: Rebeca no había muerto aun pero, ¿dónde se encontraba?